Estudio Tipológico de Cantar de los Cantares
Desde una Perspectiva Protestante, Metodista y Reformada
Introducción
El Cantar de los Cantares (también llamado Cantares de Salomón o Song of Solomon en inglés) es uno de los libros más singulares de la Biblia. Se presenta como una colección de poemas de amor profundamente gráficos y emotivos entre un esposo (tradicionalmente identificado con el rey Salomón) y su amada. A diferencia de otros libros bíblicos, Cantares no menciona directamente a Dios ni expone doctrinas de forma explícita. Esto ha llevado a que su interpretación sea notoriamente disputada a lo largo de la historia, especialmente en círculos religiosos.
¿Es simplemente un canto antiguo al amor conyugal humano, o es un código poético que esconde verdades espirituales más altas acerca de Dios y Su pueblo? Desde los primeros intérpretes judíos y cristianos, hasta los Reformadores protestantes y comentaristas evangélicos modernos, se han propuesto diversas aproximaciones hermenéuticas: alegórica, literal y tipológica, entre otras.
En este extenso estudio, nos enfocaremos en el uso tipológico de Cantar de los Cantares desde la perspectiva protestante, metodista y reformada, es decir, cómo este libro ha sido entendido como un tipo o figura que apunta a Cristo y Su iglesia, sin por ello negar su sentido literal sobre el amor matrimonial. Se distinguirá cuidadosamente entre alegoría (que a menudo prescinde del sentido histórico literal) y tipología (que reconoce un sentido histórico real más un significado mayor cumplido en Cristo).
Realizaremos un recorrido por la historia de la interpretación de Cantares en la tradición protestante: desde voces influyentes de la Reforma (como Juan Calvino y Martín Lutero) y teólogos puritanos (John Owen, Matthew Henry) hasta predicadores posteriores (Charles Spurgeon, Watchman Nee) y comentarios evangélicos contemporáneos (por ejemplo, series respetadas como NICOT, NAC, Expositor's Bible Commentary, entre otras). En este trayecto analizaremos cómo cada intérprete aplicó el libro de manera cristológica, escatológica y pastoral.
Es importante destacar lo que no abarcará este estudio. Siguiendo las indicaciones proporcionadas, excluiremos totalmente las interpretaciones católico-romanas de tipo místico o mariológico. Aunque a lo largo de la historia muchos comentaristas católicos (desde Orígenes en la iglesia antigua hasta místicos medievales como Bernardo de Claraval o interpretaciones marianas posteriores) leyeron Cantares como una alegoría del alma con Dios o de María con Cristo, dichas perspectivas quedan fuera de nuestro enfoque.
Nos ceñiremos a fuentes protestantes evangélicas: comentarios bíblicos académicos (p. ej. New International Commentary on the OT, Word Biblical Commentary, New American Commentary, Expositor's Bible Commentary, etc.), obras teológicas reformadas y artículos revisados por pares, siempre resaltando la lectura centrada en Cristo y la Iglesia. Las citas se presentarán en un formato académico, y se proveerán referencias a lo largo del texto para sustentar las afirmaciones.
En resumen, nuestro objetivo es brindar una exposición organizada, detallada y fundamentada de cómo el libro de Cantar de los Cantares ha sido y puede ser entendido tipológicamente en la tradición protestante reformada, mostrando su pertinencia para exaltar a Cristo, para anticipar la unión escatológica con Él, y para edificar la vida espiritual y matrimonial de los creyentes.
Contexto literario y canónico de Cantar de los Cantares
Antes de adentrarnos en interpretaciones tipológicas, conviene sentar las bases sobre qué es el Cantar de los Cantares en sí mismo, considerando su contexto literario y lugar en el canon bíblico.
Autoría y ubicación en la Biblia
El libro se presenta en su título como "El cantar de los cantares, el cual es de Salomón" (Cnt. 1:1). Tradicionalmente, se ha atribuido a Salomón como autor, lo cual encaja con la referencia interna y con la fama de Salomón como compositor de 1,005 cantares (1 Rey. 4:32). No obstante, algunos académicos modernos discuten la autoría salomónica directa; independientemente de ello, el nombre de Salomón y un trasfondo palaciego están tejidos en el poema.
En la Biblia hebrea, Cantares forma parte de los Escritos (Ketubim) y específicamente de los cinco Megillot (rolos festivos), junto con Rut, Lamentaciones, Eclesiastés y Ester. De hecho, en el orden hebreo Cantar de los Cantares encabeza este grupo de cinco. Era tradicionalmente leído en la liturgia judía durante la festividad de Pésaj (Pascua), lo cual no es casual: los antiguos rabinos interpretaron el poema como una alegoría del amor de Dios por Israel, vinculándolo con los eventos del Éxodo conmemorados en la Pascua.
La inclusión de Cantares en el canon jamás fue seriamente cuestionada en el judaísmo –los rabinos decían que "todo el mundo entero no vale el día en que Cantar de los Cantares fue dado a Israel; todos los Escritos son santos, pero Cantar de los Cantares es santísimo"– y fue aceptado también por la iglesia cristiana, aunque con debates interpretativos sobre su contenido amoroso.
Género literario
Cantares es fundamentalmente una poesía amorosa de la antigüedad. Se puede describir como un poema dramático en el que dos personajes principales, el amado (esposo) y la amada (esposa), dialogan exaltando su amor. No sigue una narrativa lineal clásica, sino que está compuesto por escenas o cánticos que retratan distintos momentos y aspectos de la relación amorosa.
Abundan en él las imágenes sensoriales y metáforas tomadas de la naturaleza y la vida rural y real: los amantes se elogian mutuamente comparando la belleza con jardines, viñedos, flores (rosas de Sarón, lirios, etc.), animales, joyas, perfumes, etc. (ejemplos claros son Cnt. 4:1-5 o 7:1-9, descripciones poéticas del cuerpo de la amada y del amado).
Hay estribillos recurrentes, como la conocida exhortación: "Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén… que no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que quiera" (Cnt. 2:7; 3:5; 8:4), que sirve de coro refrán intercalado. Todo esto confirma que el libro es poesía lírica de amor, y así lo reconocen prácticamente todos los eruditos (tanto antiguos como modernos).
Contenido y trama básica
Si bien Cantares no tiene "argumento" en sentido estricto, podemos resumir su contenido. El poema exalta la bondad del amor romántico y erótico dentro del matrimonio. Vemos a la esposa (llamada la Sulamita en Cnt. 6:13) expresando anhelo por la intimidad con su esposo: "¡Que me bese con los besos de su boca!" (1:2). El esposo –identificado como rey Salomón en 3:7-11 y 8:11, o al menos llamado "rey" simbólicamente– también proclama su admiración: "He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; he aquí eres bella; tus ojos… como de paloma" (1:15).
Hay secuencias de búsqueda y encuentro (por ejemplo, en el capítulo 3 y el 5, la amada busca desesperadamente al amado en la noche). Finalmente, la unión del amor se celebra: "Yo soy de mi amado y mi amado es mío" (6:3, repitiendo variaciones de 2:16 y 7:10). El tono va desde la ternura y la admiración mutua hasta la pasión intensa: "Ponme como un sello sobre tu corazón… porque fuerte es como la muerte el amor…" (8:6).
Características teológicas y canónicas
A diferencia de otros libros bíblicos, Cantar de los Cantares carece de referencias directas a Dios (la única posible mención divina sería "llama de Yah(veh)" en 8:6 según algunas versiones). Esto significa que su inclusión en la Biblia viene acompañada desde el inicio de la asunción de que su mensaje trasciende la mera sexualidad humana: ha de leerse a la luz del resto de la revelación.
En la teología del canon bíblico, el amor conyugal celebrado en Cantares encuentra ecos en otras partes: el pacto matrimonial es usado metafóricamente por los profetas para hablar de la relación de Dios con Israel (cf. Oseas 2, Isaías 54:5, Ezequiel 16), y en el Nuevo Testamento el matrimonio sirve como "misterio" que apunta a la unión entre Cristo y la Iglesia (Efesios 5:32). Volveremos sobre este punto crucial, pues es la base canónica para una lectura tipológica cristológica.
En síntesis, Cantar de los Cantares se nos presenta como un canto superlativo al amor ("cantar de los cantares" es un modismo hebreo que indica el mejor canto, análogo a "Rey de reyes" o "Santo de los santos"). En lo literal e inmediato, exalta la belleza del amor eros dentro del diseño de Dios (el disfrute íntimo entre hombre y mujer en compromiso). Sin embargo, dada su presencia en la Sagrada Escritura, desde tiempos antiguos se ha intuido que este libro tiene un propósito mayor que solo dar una lección sobre romance.
Como expresan algunos autores, Cantares es a nivel natural un poema sobre "el amor completo dentro del pacto matrimonial", pero a nivel más profundo se relaciona con "aquello a lo que apunta" ese amor – es decir, el amor de Dios mismo. Esta tensión entre sentido literal humano y sentido espiritual trascendente ha dado lugar a diferentes métodos de interpretación, los cuales analizaremos a continuación antes de decantarnos por el enfoque tipológico-cristológico que ocupa el centro de este estudio.
Alegoría vs. Tipología: enfoques de interpretación de Cantares
A lo largo de la historia, los intérpretes de Cantar de los Cantares han caído principalmente en dos categorías opuestas al tratar de descifrar su significado: la interpretación alegórica y la interpretación literal (natural). En épocas más recientes, los exégetas protestantes han propuesto una vía intermedia, la interpretación tipológica, que intenta honrar tanto el sentido literal como su cumplimiento en Cristo. Es vital definir y distinguir estos términos para evitar confusiones:
Interpretación alegórica
Consiste en leer el texto ignorando o subordinando el sentido literal en favor de un significado totalmente simbólico. Según el enfoque alegórico clásico, Cantares no hablaría en absoluto de un hombre y una mujer históricos, sino que cada personaje, objeto y evento representaría otra cosa: el amado sería Dios (o Cristo), la amada representaría a Israel o la Iglesia (o el alma individual, según el caso), las expresiones de amor significarían interacciones espirituales, etc.
Esta fue la aproximación predominante tanto en el judaísmo (alegoría Dios-Israel) como en la iglesia cristiana antigua y medieval (alegoría Cristo-Iglesia, o en el misticismo católico, Cristo-alma o Cristo-María). Por ejemplo, Orígenes (siglo III) sostenía que el verdadero sentido de Cantares era el "sentido espiritual" escondido tras la letra. En su comentario afirmó que Salomón "cantó de manera figurada como si fuera la Esposa a punto de casarse… hacia su Esposo, que es la Palabra de Dios".
De igual manera, muchos Padres de la Iglesia nunca consideraron que el libro hablara de amor humano, sino directamente del amor de Cristo. Esta interpretación alegórica fue heredada por numerosos intérpretes en la era de la Reforma y pos-Reforma. Un comentarista resumía: "La interpretación alegórica… ve el libro como una alegoría extendida acerca del amor de Cristo por Su Iglesia". La alegoría pura tiende a desconectar el poema de cualquier contexto histórico real, convirtiéndolo en una parábola teológica atemporal.
Interpretación literal (o literalista/natural)
Es el enfoque opuesto, que surgió tímidamente en la iglesia medieval (con algunos que se atrevieron a leerlo como poema erótico literal, arriesgándose a condenas) y cobró más fuerza a partir del siglo XVIII-XIX y especialmente en la erudición moderna.
Esta visión sostiene que Cantar de los Cantares es solamente un canto al amor entre un hombre y una mujer, sin ninguna intención simbólica espiritual más profunda. Se lee como un poema secular (aunque inspirado por Dios para enseñar sobre la nobleza del amor humano), y cualquier aplicación a Dios y Su pueblo sería secundaria o metafórica a lo sumo, no pretendida por el autor.
Este enfoque resalta el valor del matrimonio y la sexualidad dentro de los parámetros dados por Dios. Muchos eruditos contemporáneos adoptan esta lectura natural, viendo el libro "como un poema (o más precisamente una antología de poemas) sobre la relación hombre-mujer", con el propósito principal de celebrar el don divino del amor conyugal.
Los comentaristas Tremper Longman (NICOT, 2001) y otros siguen en gran medida esta línea: Longman explícitamente rechaza la aproximación alegórica y afirma que Cantares es ante todo "una atemporal celebración del amor humano y la sexualidad", si bien reconoce que ese amor humano es análogo al amor de Dios (lo cual veremos al discutir tipología).
Interpretación tipológica
Más que un punto medio equidistante, la tipología es un enfoque hermenéutico distinto. En términos simples, una tipología bíblica reconoce en personas, eventos o instituciones del Antiguo Testamento un "tipo" divinamente diseñado que anticipa una realidad mayor (el "antitipo") revelada en Cristo en el Nuevo Testamento. A diferencia de la alegoría, la tipología no anula la realidad histórica literal, sino que la toma como fundamento de un plan redentor unificado.
Aplicado a Cantares, el método tipológico sostiene que el libro sí trata del amor entre Salomón (o un pastor/enamorado) y su esposa en su contexto histórico y que provee enseñanzas éticas sobre el amor humano; pero además, entiende que esa relación de amor matrimonial forma parte de un patrón bíblico que apunta más allá de sí misma, hacia la relación entre Cristo, el Esposo divino, y Su Esposa, la Iglesia. En otras palabras, el matrimonio humano en Cantares es visto como un tipo (sombra, figura) del "misterio" del amor de Cristo e Iglesia (Ef. 5:32).
Este enfoque tipológico "reúne lo mejor de la visión alegórica y la literal, evitando sus debilidades". Reconoce con la postura literal la belleza y realidad del amor matrimonial descrito (no le niega ese sentido obvio), pero concuerda con la alegórica en que existe un significado superior e intencionado por el Espíritu Santo: revelar verdades de la comunión entre Dios y Su pueblo.
Vale la pena citar la explicación del erudito luterano Franz Delitzsch, quien ya en el siglo XIX defendía una interpretación literal-dramática combinada con tipología. Él escribió en su introducción a Cantares:
"El libro no es una alegoría, y Salomón de ninguna manera es [una figura alegórica] de Dios. Pero la congregación [de Israel] es verdaderamente una esposa (Jer. 2:2; Is. 62:5), y Salomón un tipo del Príncipe de paz (Is. 9:6; Mt. 12:42), y el matrimonio un misterio, es decir, un modelo de la relación amorosa de Dios y Su Cristo con la Iglesia (Ef. 5:32). En consecuencia, el Cantar tiene no solo un significado histórico-ético, sino también un sentido típico-místico. Pero se ha de estar en guardia contra reintroducir la interpretación alegórica… bajo el engañoso título de interpretación típica. La interpretación típica parte de la idea de que el tipo y el antitipo no coinciden exactamente; lo celestial se imprime en lo terrenal, pero a la vez es inmensamente diferente de ello. Además, la interpretación histórico-ética ha de ser considerada la labor propia del intérprete. Pero porque Salomón es un tipo… del David espiritual en su gloria [el Mesías], y el amor terrenal es sombra del celestial, y el Cantar es parte de la historia sagrada y de la Escritura canónica, no dejaremos, aquí y allá, de indicar cómo el amor existente entre Cristo y Su Iglesia se vislumbra en él".
Delitzsch capta con claridad el equilibrio: Cantares no es una alegoría pura (Salomón no "significa" Dios por arte de magia), sin embargo, el contexto de toda la Biblia otorga al libro un lugar en la economía de la revelación, de modo que su tema –el amor conyugal– prefigura el amor redentor.
La tipología entonces afirma dos niveles de significado:
- Sentido histórico/literal: elogio del amor matrimonial
- Sentido tipológico/profético: el amor matrimonial apunta al amor pactal de Dios y Cristo por Su pueblo
Importante: para que la tipología sea válida, el propio texto bíblico en otro lugar debe sugerir esa correspondencia. En este caso, la Escritura misma (especialmente Efesios 5:25-33, Apocalipsis 19:7-9, 21:2) proporciona la clave para ver el matrimonio como símbolo (misterio) del amor Cristo-Iglesia. Por tanto, no es algo impuesto externamente, sino una revelación progresiva.
Resumen de diferencias
La alegoría tiende a desconectar a Cantares de la realidad física (considerando cualquier lectura literal casi impía), mientras que la lectura puramente literal tiende a desconectar a Cantares de la teología bíblica mayor (viéndolo como un libro "secular" sobre romance sin relación con Cristo). La tipología, en cambio, busca conectar el libro a dos niveles, honrando a Dios como autor tanto de la creación (el matrimonio físico) como de la redención (la unión espiritual con Él).
Un recurso útil es comparar estos enfoques, lo cual presentamos a continuación:
Enfoque | Descripción | Énfasis | Representantes | Fortalezas | Debilidades |
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Alegórico | Lee Cantares solo como alegoría de Dios y Su pueblo; los detalles literales no cuentan. | Sentido espiritual en lugar del literal. | Orígenes (s. III); Bernardo de Claraval (s. XII); muchos Reformadores y puritanos (s. XVI-XVII) en cierta medida. |
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Literal/natural | Lee Cantares solo como poema de amor humano entre esposos, sin intención simbólica superior. | Sentido literal exclusivamente (amor eros). | Sebastián Castellion (s. XVI); auge en comentaristas críticos modernos (Heinrich Ewald, Christian D. Ginsburg; evangélicos recientes como algunos en NIVAC). |
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Tipológica | Lee Cantares en dos niveles: (1) un canto real al amor conyugal; (2) ese amor conyugal prefigura y refleja el amor de Cristo por Su Iglesia. | Sentido literal histórico y sentido espiritual cumplido en Cristo. | Juan Calvino (moderadamente); Franz Delitzsch (s. XIX); muchos evangélicos reformados recientes. Apoyado por Ef. 5:32. |
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Habiendo definido estos enfoques, debemos señalar que en la práctica no siempre las interpretaciones históricas han caído perfectamente en una sola categoría. Por ejemplo, algunos intérpretes alegóricos admitían cierto valor literal (Orígenes no negaba totalmente la realidad del sentido literal, aunque lo menospreciaba); y algunos literales conceden que el matrimonio es análogo al amor de Dios (lo cual es ya un reconocimiento tipológico aunque no lo llamen así). No obstante, estas categorías sirven para entender las diferencias de énfasis y método.
En el contexto protestante reformado, la interpretación alegórica (Cristo-Iglesia) fue la predominante desde la Reforma hasta bien entrado el siglo XVIII. La literal, aunque minoritaria inicialmente, ganó terreno con la Ilustración y el desarrollo de la crítica bíblica. En respuesta, muchos evangélicos reformados han abrazado una lectura tipológica cristocéntrica que consideran más fiel al espíritu de la Reforma (interpretar la Escritura con la Escritura) sin caer en excesos no controlados.
A continuación, examinaremos cómo diversos teólogos y comentaristas protestantes clave a través de los siglos han interpretado Cantares, para luego centrarnos en la validez y riqueza de la lectura tipológica centrada en Cristo.
Interpretaciones históricas protestantes centradas en Cristo
En la iglesia antigua y medieval (precedente inmediato)
Aunque nuestro foco son intérpretes protestantes, es útil recordar brevemente la herencia interpretativa que estos recibieron. Desde los primeros siglos, la tendencia casi unánime en la Iglesia fue leer Cantar de los Cantares en clave alegórica espiritual. Los Padres de la Iglesia, siguiendo en parte la tradición judía (el Tárgum arameo de Cantar interpretaba cada detalle como eventos históricos desde el Éxodo en adelante), vieron en el libro una descripción metafórica de la relación de Cristo con la Iglesia — o en algunos casos de Cristo con el alma individual del creyente.
Un ejemplo notable es Orígenes de Alejandría (siglo III), quizás el comentarista más influyente en este tema. Orígenes escribió ¡hasta diez volúmenes de comentario! sobre Cantares, aplicando su método de interpretación de varios sentidos. Él argumentaba que la verdadera intención del libro era elevar al lector del amor terrenal al amor divino. En un pasaje de su comentario, dice que Salomón habla "como si fuera la Esposa… ardiendo en amor celestial hacia su Esposo, la Palabra de Dios".
Esta interpretación espiritual o "mística" continuó con los grandes teólogos medievales. Por ejemplo, Bernardo de Claraval (s. XII) predicó 86 sermones solo sobre los dos primeros capítulos de Cantares, enfocándose en el amor entre Cristo (el Esposo) y la Iglesia/alma (la esposa). La fuerte imaginería erótica se subsumía bajo el lenguaje del éxtasis místico en Dios.
En la misma línea, la tradición católica desarrolló lecturas mariológicas: algunos versos se aplicaron a la Virgen María. Un caso es Cantares 4:7: "Toda tú eres hermosa, amiga mía, y en ti no hay mancha", que se citó para apoyar la doctrina de la Inmaculada Concepción de María (proclamando que María, la "esposa" por antonomasia, estaba sin mancha de pecado). Sin embargo, los Reformadores del siglo XVI, con su énfasis en sola Scriptura, tenderían a rechazar esas interpretaciones marianas por considerarlas no basadas en el texto ni apoyadas por la intención general de la Escritura.
Baste decir que, hasta la llegada de la Reforma, prácticamente no existía en la teología occidental una lectura "literal" positiva de Cantares. Una rara excepción fue el hereje español del siglo XII Arnaldo de Villanova, quien aparentemente interpretó Cantares de forma literal-erótica y fue criticado. También se dice que en el Concilio de Constantinopla II (553 d.C.) se condenó a un tal Teodoro de Mopsuestia, en parte, por interpretar Cantares literalmente y sugerir sacarlo del canon.
Estas reacciones muestran lo fuerte que era la aversión a leer el libro "carnalmente" en la iglesia antigua: se temía que encendiera lujuria en los lectores si no se veía inmediatamente como alegoría espiritual. De hecho, el comentarista puritano Matthew Henry menciona que "los doctores judíos aconsejaban a sus jóvenes no leerlo hasta los 30 años" para evitar malinterpretaciones sensuales. Esta tradición alegórica fue heredada en gran medida por los primeros protestantes, pero con matices importantes, como veremos.
Perspectivas durante la Reforma Protestante (s. XVI)
La Reforma del siglo XVI trajo un renovado énfasis en el sentido literal y claro de la Escritura. Los Reformadores buscaban apartarse de los excesos alegóricos medievales (especialmente cuando sustentaban doctrinas no bíblicas). Sin embargo, Cantar de los Cantares fue un caso especial: incluso los líderes protestantes tenían dificultades para aceptar que un libro bíblico solo hablara de amor erótico. Veamos cómo abordaron Cantares dos gigantes de la Reforma: Martín Lutero y Juan Calvino.
Martín Lutero (1483–1546)
El reformador alemán tenía una postura algo inusual. Por un lado, Lutero rechazaba las fantasiosas alegorías cristológicas que no se apoyaban en el texto. Por otro lado, tampoco se sentía cómodo diciendo que el libro trataba simplemente de amor sexual. Así que propuso una interpretación alternativa: según Lutero, el Cantar de los Cantares sería "un himno en el que Salomón da gracias a Dios por el don divino de la obediencia, [representando] la feliz y pacífica condición del Estado bajo su gobierno".
En otras palabras, Lutero alegorizó políticamente el libro: la esposa representaría la comunidad o el Estado ideal, y el esposo (Salomón) simbolizaría a Dios bendiciendo ese reino con prosperidad y orden. Esta interpretación es bastante original (y hoy poco seguida). Refleja quizás la renuencia de Lutero a ver el texto como un mero canto erótico; él prefería extraer una lección teológica-moral (en su caso, sobre un reino terrenal en obediencia a Dios).
Cabe mencionar que Lutero, en su prefacio a Cantares, también reconoció que el libro podía "entenderse del matrimonio corporal" y "también del reino de Cristo" – manteniendo cierta ambigüedad. En cualquier caso, su lectura no fue la típica de la Reforma.
Juan Calvino (1509–1564)
Sorprendentemente, Calvino no escribió un comentario sobre Cantar de los Cantares (aunque comentó casi todos los demás libros bíblicos). Se conjetura que quizá planeaba hacerlo pero murió antes, o que lo evitó por la dificultad interpretativa que planteaba. Sin embargo, hay indicios de su posición.
Según reportes históricos, Calvino aceptaba un sentido literal positivo del libro. De hecho, se registra que en 1554 el reformador expulsó de Ginebra a un hombre llamado Jacques Bourgoin en parte por sostener "opiniones impías" sobre Cantares – aparentemente Bourgoin insinuaba una interpretación licenciosa para justificar la poligamia, lo cual Calvino no toleró.
El escritor Richard Ostling señala: "El pionero protestante Juan Calvino dijo que el Cantar trataba acerca del amor físico y no veía nada malo en eso". Esta afirmación indica que Calvino se inclinaba a ver en Cantares una celebración del amor conyugal como algo bueno en sí mismo, dado por Dios. Y, en efecto, Calvino en otras obras enfatizaba la bondad de la sexualidad marital (en oposición a la idea medieval de que el placer sexual era pecaminoso). Así que es probable que Calvino interpretara Cantares de manera más literal (amor de Salomón y su esposa) pero con la convicción de que por extensión enseñaba sobre el amor de Dios. Un escritor comenta que Calvino "mantuvo que Canticles es inspirado por Dios… y lo entendía principalmente acerca del amor físico, celebrándolo sin reparos". Esta postura de Calvino contrasta con la de muchos contemporáneos suyos.
Otros Reformadores
En el entorno reformado más amplio, la mayoría continuó con la línea alegórica tradicional (Cristo-Iglesia). Por ejemplo, en el luteranismo posterior, teólogos como Johannes Brenz y otros escribieron comentarios alegóricos. El propio Martín Bucero, mentor de Calvino, publicó en 1553 "Comentario en forma de sermones sobre Cantares" donde interpretaba el libro como epitalamio entre Cristo y la Iglesia. Por su parte, los Reformadores de tradición más radical (anabautistas) casi no comentaron Cantares.
John Wesley (1703–1791), fundador del metodismo un par de siglos después pero en continuidad teológica con la Reforma, claramente sostuvo la visión alegórica cristológica. En sus Notas sobre la Biblia, Wesley presenta una breve introducción a Cantares afirmando que el diseño del libro es describir el amor y matrimonio feliz de dos personas, "pero no ha de entenderse acerca de Salomón y la hija de Faraón… sino acerca de Dios, o Cristo, y Su iglesia y pueblo". Añade que ciertas descripciones no podrían aplicarse con decencia a Salomón, por lo que "este libro ha de entenderse alegóricamente acerca de aquel amor espiritual y matrimonio que hay entre Cristo y Su Iglesia". Vemos así que Wesley, representando la tradición protestante metodista, siguió interpretando Cantares como un alegoría de Cristo y la Iglesia, al igual que la mayor parte de los comentaristas reformados y puritanos previos.
En resumen, durante la Reforma protestante encontramos una variedad: Lutero propuso una alegoría distinta (Estado de Israel bajo Salomón), Calvino aparentemente validó el sentido literal del amor conyugal (aunque considerando que enseña sobre el amor de Dios en general), y otros como Wesley continuaron la lectura alegórica clásica (Cristo-Iglesia). La posición dominante en la ortodoxia protestante de los siglos XVI-XVII, sin embargo, fue que Cantares sí habla de Cristo y Su Iglesia. Esta convicción se afianzó aún más en la era puritana.
Era puritana y protestantismo post-Reforma (s. XVII–XVIII)
Los teólogos y predicadores puritanos y reformados de los siglos XVII y XVIII mostraron un amor especial por Cantar de los Cantares como texto devocional para profundizar en la comunión con Cristo. Para ellos, el libro era una mina de ricas expresiones del amor de Cristo por el creyente, y viceversa. Veamos algunos exponentes:
John Owen (1616–1683)
Este destacado teólogo puritano inglés integró Cantares en su doctrina de la comunión con Dios. En su obra "Comunión con Dios: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo", Owen incluye una larga Digresión al final del capítulo 3, donde hace una exposición de Cantares 5. Particularmente comenta Cantares 5:16 ("Todo él es deseable"). Owen interpreta a la esposa (la Sulamita) describiendo las perfecciones de su Amado hasta concluir que es completamente deseable, y aplica esto directamente a Cristo: "En este modo de alegoría he comparado algunas perfecciones de mi Amado con las criaturas más valiosas… pero ¡ay!, todo esto queda corto de Sus perfecciones y belleza; Él es del todo deseable".
Owen luego procede a exaltar las diversas "hermosuras" de Cristo: su persona, su encarnación, su vida, su muerte, su resurrección, etc. Aquí vemos un ejemplo clásico del acercamiento puritano: cada descripción del amado en Cantares (cabello, manos, labios, etc. en 5:10-16) se veía como "tipos y sombras" de algún aspecto de Cristo. John Owen afirma explícitamente que la metodología cristiana antigua veía en el Cantar "un tipo y sombra del amor mutuo entre Cristo y Su Iglesia", y él llama a retomar esa "antigua exégesis cristológica". Los puritanos consideraban esta práctica alegórica como "valiosa y edificante", siempre y cuando se mantuviese dentro de los límites de la sana doctrina.
Matthew Henry (1662–1714)
Famoso por su comentario bíblico completo, Henry es representativo de la piedad reformada práctica. En su introducción al Cantar de los Cantares, Henry escribe: "Este es el Cantar de los cantares, excelente sobre todos, porque se ocupa enteramente en describir las excelencias de Cristo, y el amor entre Él y Su pueblo redimido". Para Henry no hay ambigüedad: toda la canción trata de Cristo. Él incluso advierte contra los lectores "carnales" que quieran tomarlo literalmente, diciendo que eso puede alimentar la lujuria y ser como veneno.
Sus comentarios versículo a versículo consistentemente leen a la esposa como "la iglesia, o más bien el creyente, en carácter de esposa del Rey Mesías", y a los diversos símbolos (besos, vino, ungüentos) como figuras de experiencias espirituales (por ejemplo: "Los besos de su boca" = las dulces aseguraciones de perdón que Cristo da al alma). Henry personifica la postura puritana: Cantares es como un lenguaje en código de amor redentor, donde cada detalle apunta a la obra de Cristo en el evangelio. Por consiguiente, Henry exhorta a leerlo "con mente espiritual", no con ojos carnales.
Otros comentaristas puritanos y reformados
Hubo numerosos. Un caso notable es James Durham (1622–1658), ministro escocés, quien escribió "Clavis Cantici: una Llave del Cantar" (1658) para defender la interpretación alegórica, seguido de un comentario detallado. Esa obra es considerada "la exposición y defensa más completa de la interpretación alegórica de Cantares". También John Gill (1697–1771), un bautista calvinista, produjo un comentario voluminoso sobre Cantares continuando en la línea alegórica con abundantes paralelos bíblicos rabínicos y cristianos.
En contraste, surgieron también interpretaciones innovadoras dentro del protestantismo. Un teólogo reformado holandés, Johannes Cocceius (1603–1669), propuso una lectura "profético-histórica": veía Cantares como un código profético de la historia de la Iglesia desde la encarnación de Cristo hasta la Segunda Venida. Dividía el libro en secciones que corresponderían a épocas (los apóstoles, la era de persecución, la Reforma, etc.) culminando en la victoria final del protestantismo. Esta visión fue minoritaria y hoy se considera forzada, pero demuestra la libertad interpretativa que algunos se tomaron.
Pese a algunos experimentos, la tonalidad general en el siglo XVII-XVIII permaneció en ver a Cantares principalmente como un libro sobre Cristo y la Iglesia. Este entendimiento estaba tan arraigado que incluso fue incorporado en confesiones de fe. La Confesión de Westminster (1647), estándar del calvinismo inglés-escocés, cita pasajes de Cantares como prueba de doctrinas, asumiendo la interpretación espiritual. Por ejemplo, cuando habla de la perseverancia de los santos y su seguridad en el amor de Cristo, referencia Cantares 8:6-7 (amor fuerte como la muerte) aplicándolo a Cristo. Esto muestra cuán normal era usar Cantares para asuntos doctrinales, cosa que solo tiene sentido desde la lectura tipológico-espiritual.
Resumiendo el período puritano: Cantar de los Cantares fue altamente valorado como un "cántico divino" que narra en poesía la relación de amor entre Cristo y el creyente/la Iglesia. Los predicadores lo explotaban en sermones para avivar el amor a Cristo. Charles Spurgeon (1834–1892), a quien podemos considerar heredero de los puritanos en el siglo XIX, predicó 63 sermones a lo largo de su ministerio basados en pasajes de Cantares, cubriendo los 8 capítulos.
Spurgeon decía que Cantares era para el creyente maduro, una especie de "santuario interior" de la Escritura donde uno se encuentra con Cristo en comunión íntima. En uno de sus sermones, Spurgeon anima: "Si la naturaleza despliega ahora sus rosas y lirios… tratemos de no solo verlas a ellas, sino de ver a Cristo como se esboza en ellas". Él asumía que cuando la esposa dice "Yo soy la rosa de Sarón, y el lirio de los valles" (Cnt. 2:1), realmente son palabras de Jesús, el Amado, describiéndose a Sí mismo como la más exquisita flor. De esta manera, Spurgeon y muchos como él continuaron predicando Cantares de forma cristocéntrica y alegórica/devocional. Sin embargo, a la par que Spurgeon en contextos eclesiales mantenía viva esta llama, en la academia bíblica del siglo XIX ocurrió un cambio notable.
Desarrollo en la erudición moderna (s. XIX–XX) y reacciones evangélicas
El siglo XIX trajo el auge del criticismo bíblico y un énfasis en interpretaciones histórico-literarias. Comentaristas como Christian D. Ginsburg (un erudito judío cristiano) publicaron análisis extensos de Cantares (Ginsburg en 1857) argumentando fuertemente por una interpretación literal de la canción como drama de amor. Ginsburg y otros rechazaban las alegorías tradicionales por considerarlas carentes de control exegético. Ellos veían en el texto detalles demasiado sensuales y concretos que, en su opinión, no podían referirse a Cristo sin forzar, y por tanto preferían entenderlo como un poema profano santificado por su inclusión bíblica.
Este giro literalista provocó respuestas de comentaristas conservadores que quisieron defender la lectura espiritual con mejor fundamento. Un ejemplo es el presbiteriano George Burrowes, quien en 1853 publicó un importante comentario sobre Cantares. Burrowes dedica una introducción de 65 páginas a argumentar que la "interpretación cristiana usual" (Cristo-Iglesia) es la correcta, apoyándola con erudición seria y respondiendo a objetores.
Charles Spurgeon al reseñar la obra de Burrowes la elogió diciendo: "defiende la interpretación cristiana usual mediante conclusiones de una crítica sobria, y muestra que el sentido espiritual es confirmado por las investigaciones de la erudición moderna". Es decir, Burrowes trató de quitarle el estigma a la interpretación alegórica mostrando que Cantares sí resiste un análisis filológico riguroso y aun así apunta a Cristo. En su tiempo, esta obra ayudó a "remover los prejuicios de los hombres cultos contra el Cantar de los Cantares" (como comentó Alexander Moody Stuart).
Al mismo tiempo, algunos académicos evangélicos optaron por un enfoque mixto. El ya citado Franz Delitzsch (Lutero del s. XIX), en su comentario de 1875, proponía la interpretación literal + tipológica, que ya describimos con sus propias palabras. Otro estudioso notable, Franzelin (jesuita, 1870), también escribió conciliando los sentidos.
Incluso en ambientes no confesionales, a finales del s. XIX e inicios del XX, se difundió la idea de que el valor bíblico de Cantares estaba en su idealización del amor humano como reflejo del divino (concepto de "amor ideal"). Hacia el siglo XX, la mayoría de los comentarios académicos protestantes adoptaron ya sea la postura literal-didáctica (enseñar valores sobre el matrimonio) o una postura literaria (estudiar la poesía por sí misma), dejando la aplicación espiritual en un segundo plano.
Por ejemplo, el comentario en Expositor's Bible Commentary (Frank E. Gaebelein, ed., 1976, autor Kenneth L. Barker) y el de Gleason Archer señalan que Cantares ensalza el amor conyugal tal como Dios lo hizo, y que por analogía puede verse el amor divino, pero enfatizan que primariamente es sobre esposos humanos. Similarmente, en la serie New American Commentary (Duane Garrett, 1993) se afirma sin rodeos: "Cantar de los Cantares no es una alegoría de Cristo y la Iglesia", criticando cuatro debilidades de la interpretación alegórica.
No obstante, Garrett y otros conceden que se pueden derivar lecciones espirituales: el NAC señala que "el Cantar no trata principalmente de Jesús y la Iglesia, pero podemos ver principios que reflejan esa relación". Esto equivale a reconocer un nivel de aplicación tipológica aunque sin llamarlo así.
En la teología reformada contemporánea, existe una continuidad en leer Cantares a la luz de Cristo, pero con mayor rigor hermenéutico. Autores modernos recalcan que se debe predicar primero el texto en su contexto de amor humano y luego trazar la línea hacia Cristo en base a pasajes como Efesios 5. Por ejemplo, el teólogo Graeme Goldsworthy (anglicano reformado) sugiere que el intérprete cristiano de Cantares pregunte: "¿Cómo testifica este libro acerca de Cristo?" y ubique el libro dentro del panorama de la revelación redentora.
Iain M. Duguid, un comentarista reformado actual (autor de un comentario en la serie Reformed Expository Commentary sobre Cantares), señala que Cantares nos muestra "el ideal del amor", el cual finalmente solo se cumple perfectamente en Cristo, por lo que él predica cada pasaje mostrando las imperfecciones del amor humano y apuntando al amor perfecto de Jesús.
En español, el teólogo evangélico Emanuel Elizondo resume bien la postura equilibrada reciente: "¿Acaso el libro de Cantares no apunta a Jesucristo de ninguna manera? Creo que sí apunta a Él. Si tenemos cuidado de no alegorizar, podemos interpretar de manera cristotélica". Con "cristotélica" quiere decir que toda la Escritura tiene a Cristo como su fin o meta (telos). Elizondo sugiere algunas analogías legitimas: "Así como el esposo ama a la esposa, Cristo ama a su esposa (Ef. 5:25)... Así como la esposa es bella, la Iglesia lo es (Ap. 19:7-8)". Y concluye: "aunque la Iglesia (¿o Cristo?) no es la rosa o el lirio [de Sarón], sí es como la rosa o el lirio, por analogía. Por lo tanto, podemos disfrutar de Cantares por lo que es, y por aquello a lo que apunta". Esencialmente, está promoviendo una lectura analógica/tipológica: el libro tiene valor en sí mismo (poema de amor), y tiene valor en lo que señala más allá (el amor de Cristo).
Por su parte, comentaristas modernos de series de alto nivel crítico, aun siendo mayoritariamente literales, no ignoran la conexión teológica: Tremper Longman III, en el NICOT (Eerdmans, 2001), tras su extenso análisis filológico, concluye que el mensaje es celebrar el amor sexual en matrimonio. Pero Longman añade que la canonicidad del libro implica verlo dentro de la macro-historia bíblica: el amor humano reflejado es parte del diseño de Dios y puede verse como análogo al amor de Dios por su pueblo.
En el Comentario Bíblico Contemporáneo (ed. Walter Kaiser, et al.), el artículo sobre Cantares sugiere que la sana interpretación reconoce tanto la dimensión literal (Dios aprueba la intimidad conyugal) como la dimensión ilustrativa (el amor matrimonial ilustra la relación de pacto de Dios, cf. Oseas, Efesios 5).
Resumiendo esta evolución histórica: Por muchos siglos Cantares se leyó alegóricamente (Cristo-Iglesia) casi de manera exclusiva en círculos eclesiásticos. La Reforma protestante mantuvo en gran parte esa trayectoria, con algunas excepciones que afirmaron el sentido literal (Calvino) o variaron la alegoría (Lutero). Los puritanos y evangélicos post-reforma intensificaron la lectura Cristo-céntrica del libro en la piedad y predicación. Desde el siglo XIX, surgió la fuerte lectura literal en la academia, a la que los teólogos conservadores respondieron refinando una lectura tipológica: no una alegoría desenfrenada, sino una comprensión de Cantares como tipo del amor de Cristo. En la actualidad, muchos comentaristas protestantes equilibran reconociendo el valor instructivo sobre el matrimonio y la relevancia teológica mayor respecto a Cristo y la Iglesia.
Con este trasfondo, podemos afirmar que la perspectiva protestante, metodista y reformada ha oscilado pero nunca ha perdido de vista a Cristo como el Amado último al que apunta Cantar de los Cantares. En la siguiente sección abordaremos directamente cómo Cantares funciona como un tipo de Cristo y la Iglesia, integrando los pasajes bíblicos clave (Efesios 5, Juan 17, Apocalipsis 21) que iluminan esta relación, y considerando sus implicaciones escatológicas y pastorales.
Cantares como figura de Cristo y la Iglesia: fundamento bíblico-teológico
Llegamos al corazón de nuestro estudio: ¿De qué manera el amor conyugal expresado en Cantar de los Cantares prefigura o tipifica el amor entre Cristo y Su Iglesia? Para responder, debemos apoyarnos en la revelación explícita de la Escritura al respecto. Afortunadamente, la Biblia nos brinda piezas claras para armar este rompecabezas tipológico:
Efesios 5:22-33 – El "gran misterio" de Cristo y la Iglesia
En este célebre pasaje, el apóstol Pablo instruye a esposos y esposas sobre sus deberes mutuos. Dice a las esposas que se sujeten a sus maridos "como al Señor" (5:22) y a los maridos que amen a sus esposas "así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella" (5:25). Pablo fundamenta estas exhortaciones en la analogía del matrimonio con la relación de Cristo-Iglesia. Cita Génesis 2:24 ("los dos serán una sola carne") acerca del matrimonio humano, y luego declara: "Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia" (Ef. 5:32).
Es decir, el matrimonio desde la creación fue diseñado por Dios como misterio (un símbolo sagrado escondiendo un significado espiritual) que corresponde a la unión entre Cristo y la Iglesia. Este versículo es el fundamento teológico más explícito de la lectura tipológica: la unión matrimonial es un tipo de la unión redentora. Por tanto, si Cantares celebra la alegría, la intimidad, la exclusividad y la fidelidad del amor conyugal, el cristiano puede legítimamente ver en ello un reflejo –aunque pálido en comparación– de la alegría, intimidad, exclusividad y fidelidad del amor de Cristo por su Iglesia.
Notemos cómo Pablo incluso alude al sacrificio: el esposo debe amar sacrificialmente (como Cristo en la cruz). En Cantares, el amor "fuerte como la muerte" (8:6) puede evocarnos ese amor de Cristo que lo llevó a la muerte por su amada. Efesios 5 nos autoriza a tomar las categorías de esposo-esposa en Cantares y elevarlas a la relación Cristo-Iglesia, entendiendo, claro está, que Cristo trasciende a Salomón y la Iglesia trasciende a la Sulamita (el tipo y antitipo no coinciden plenamente, como dijo Delitzsch, lo celestial es mayor que lo terrenal).
Pasajes proféticos del AT – Dios esposo de Israel
La idea de Dios como marido de su pueblo no fue invento de Pablo; hunde sus raíces en el Antiguo Testamento. Repetidamente, los profetas presentaron la relación de Yahweh con Israel en términos maritales. Por ejemplo, Dios dice en Oseas 2:19 "te desposaré conmigo para siempre; te desposaré en justicia, juicio, benignidad y misericordia". Isaías 54:5: "porque tu marido es tu Hacedor; Yahweh de los ejércitos es Su nombre". Jeremías 2:2 recuerda el "amor de tu desposorio" de Israel con Dios al salir de Egipto. Ezequiel 16 y 23, aunque en sentido negativo (Israel es la esposa infiel), confirman que el pacto en el Sinaí era visto como un matrimonio.
Así que, en la mente hebrea, existía la categoría de amor divino = amor matrimonial. El Cantar de los Cantares en el canon hebreo fue interpretado por ellos bajo esa luz: el Talmud y el Midrash dicen que Cantares describe la historia de Israel con Dios desde el Éxodo hasta el Mesías. Aunque nosotros, como protestantes, no seguimos cada detalle de esas lecturas rabínicas, reconocemos que la metáfora está plenamente establecida bíblicamente. Dios muestra celo de esposo (Éxodo 34:14), Israel es llamado "esposa" o "novia" (Jer. 2:2, Oseas 2).
Interesantemente, el Salmo 45 –un cántico de bodas real que tiene mucha afinidad con Cantares– fue interpretado mesiánicamente tanto por judíos como por cristianos. Esto sugiere que los "cantos de amor" reales tenían un sentido ulterior. No es descabellado pensar que Cantares, el más excelso canto nupcial, también tenga esa intención final en el plan divino.
Juan 17 y el lenguaje de amor unitivo
En Juan 17, Jesús ora por sus discípulos pidiendo que sean "uno" como Él y el Padre son uno, y los ama "como tú [Padre] me has amado" (Jn. 17:22-23). Aunque Juan 17 no utiliza la analogía matrimonial explícitamente, trata de la unidad y amor íntimo entre Cristo y los creyentes ("Yo en ellos, y tú en Mí, para que sean perfectos en unidad", v. 23). Este anhelo de Cristo por una unión profunda con su pueblo se puede asociar conceptualmente con la unión conyugal.
Cantares repite la afirmación de pertenencia mutua: "Mi amado es mío y yo soy suya" (2:16, 6:3). Esa pertenencia recíproca resuena con Juan 17: "todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío" (v. 10, entre Padre e Hijo, extendido a los creyentes en la unidad con Cristo). Por eso, comentaristas devocionales han usado Juan 17 junto con Cantares para describir la comunión mística con Cristo, entendiendo que la misma comunión que el Hijo tiene con el Padre nos es dada (1 Jn. 1:3) – una comunión de amor.
En la tradición puritana, se hablaba del "desposorio del alma con Cristo" en la conversión, y de una creciente comunión que culmina en las "bodas del Cordero". Juan 17 provee el lenguaje de amor, gloria compartida y unidad perfecta que complementa la metáfora matrimonial.
Apocalipsis 19:7-9 y 21:2 – Las bodas del Cordero y la Nueva Jerusalén
El Nuevo Testamento corona la analogía matrimonial en la consumación escatológica. Apoc. 19:7 proclama: "Regocijémonos… porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado". Aquí la Esposa es claramente la Iglesia glorificada, y el Cordero es Cristo. Se describe que a la Esposa se le ha dado vestirse de lino fino limpio (las obras justas de los santos). Luego Apocalipsis 21:2,10 muestra la Nueva Jerusalén que desciende del cielo "como una esposa ataviada para su marido", y un ángel dice: "Ven, te mostraré a la esposa, la mujer del Cordero". La visión final que cierra la Biblia es Cristo unido a Su pueblo en una relación matrimonial perfecta y eterna.
Este cuadro proporciona la clausura escatológica que confirma plenamente la tipología: todos los matrimonios de la historia (incluido el de Salomón y la Sulamita) eran sombras; la realidad final es Cristo y la Iglesia para siempre. Cuando leemos Cantares con Apocalipsis al fondo, las expresiones de gozo y deleite entre los amantes toman un cariz profético: apuntan a ese banquete de bodas final donde se consuma el amor redentor.
Por ejemplo, Cantares 2:4 dice: "Me llevó a la casa del banquete, y su bandera sobre mí fue amor". Apocalipsis 19:9 responde: "Bienaventurados los llamados a la cena de las bodas del Cordero". El banquete de amor tiene su cumplimiento en la cena mesiánica. Asimismo, Cantares termina con la esposa anhelando la venida del amado ("Apresúrate, amado mío", 8:14), y la Biblia termina con la Esposa-Iglesia diciendo: "Ven, Señor Jesús" (Ap. 22:17,20). Estas conexiones literarias y temáticas son profundas: difícilmente fortuitas, más bien intencionales por el Autor divino.
Teniendo este sólido trasfondo bíblico, es legítimo afirmar que Cantar de los Cantares, en el diseño de Dios, sirve como una hermosa prefiguración poética del amor entre Cristo y su pueblo. No fue entendido plenamente sino hasta la revelación de Cristo, por ello se le llama "misterio". Pero ahora, a la luz de Cristo, podemos retornar a Cantares y ver a Jesús en el texto, de manera tipológica.
Importante reiterar: Esto no significa que cada detalle deba forzarse a significar algo (error de alegoría descontrolada). En la tipología sana, el cuadro general es la enseñanza principal, y muchos detalles sirven para enriquecer el cuadro sin buscar equivalentes uno-a-uno si la Escritura no los indica.
¿Cuál es entonces el cuadro general tipológico de Cantares? Podemos delinearlo así:
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El Esposo amoroso en Cantares (sea Salomón figura real, o un pastor idealizado) corresponde tipológicamente a Cristo, el Rey-Mesías, esposo de la Iglesia. Salomón en su gloria y sabiduría fue un pálido reflejo de "uno mayor que Salomón" (Mat. 12:42). Salomón significa "príncipe de paz" y es hijo de David; Cristo es el verdadero Príncipe de Paz e Hijo de David, esposo-real definitivo.
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La Esposa (Sulamita) en Cantares corresponde a la Iglesia, el pueblo de Dios redimido. Es notable que "Sulamita" (Cnt. 6:13) probablemente significa "mujer de Salomón" o literalmente "solomonita" – indicando una pertenencia. La Iglesia es constantemente llamada esposa de Cristo (2 Cor. 11:2, Ef. 5, Ap. 19). La Sulamita es presentada a veces humilde (1:5, "morena soy… como tiendas de Cedar" – símbolo de indignidad) pero a la vez hermosa a ojos del esposo (1:8, 4:1 "he aquí que eres hermosa, amada mía"). Así también la Iglesia, por sí misma manchada y oscura por el pecado, es embellecida y justificada por la gracia de Cristo, quien la ve "sin mancha ni arruga" tras purificarla (Ef. 5:27). Los contrastes de color en 1:5 (negra pero bella) fueron interpretados por muchos (desde Orígenes hasta Wesley) como la doble condición de la Iglesia: negra en sí, hermosa en Cristo.
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El vínculo matrimonial exclusivo: En Cantares, la esposa es llamada "un jardín cerrado… fuente sellada" para el esposo (4:12), indicando exclusividad. Asimismo, el esposo es "el único" para ella ("mi amado es el más escogido entre diez mil", 5:10). Esto nos habla de la exclusividad de la relación de Cristo con Su Iglesia: "Un solo Señor, una sola fe" (Ef. 4:5). Él no comparte su esposa con ídolos (de ahí el lenguaje de celos divinos). La Iglesia reconoce a Cristo como "nombre que es como ungüento derramado; por eso las doncellas [creyentes] le aman" (1:3, que Henry aplica a la fragancia del Nombre de Cristo esparcida en el evangelio). La mutua pertenencia se refleja en Cantares 6:3: "Yo soy de mi amado y mi amado es mío". En el NT tenemos resonancias: "Yo conozco a mis ovejas y las mías me conocen" (Juan 10:14), "mío eres tú" (Isaías 43:1 respecto a Israel), o "somos de Cristo" (1 Cor. 3:23).
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La intensidad y deleite del amor: Cantares es famoso por su lenguaje apasionado: "¡llévame! ¡Corramos! ¡El rey me ha llevado a sus cámaras!" (1:4). "Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas, porque estoy enferma de amor" (2:5). Esta intensidad se ve en la vida del creyente hacia Cristo: anhelo por Su presencia, hambre espiritual. Los místicos cristianos hablaban de "dolor de amor" o "herida de amor" al referirse al deseo insaciable de Dios. Watchman Nee, en su conocido estudio de Cantares, comenta sobre 2:5 "enferma de amor" que es equivalente a estar "embriagada de felicidad" en la comunión con Dios.
Por otro lado, Cantares 7:10 dice la esposa: "Yo soy de mi amado, y conmigo tiene su contentamiento". Esto implica que el amado se deleita en ella. Increíblemente, Sofonías 3:17 dice de Dios: "Se gozará sobre ti con alegría… se regocijará sobre ti con cánticos". Cristo "por el gozo puesto delante de Él" soportó la cruz para ganar a Su esposa (Heb. 12:2). Así que el amor no es unidireccional: hay mutuo deleite. En Cantares 4:9, el esposo exclama: "¡Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía!". Cristo expresa un pensamiento paralelo en Juan 15:9: "Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor". Hay afecto profundo. Los puritanos solían comentar que Cristo, al salvar pecadores, "se siente satisfecho; verá el fruto de la aflicción de su alma y quedará satisfecho" (Isaías 53:11). Espiritualmente, cada conversión es como una boda (Mat. 22:2, parábola del banquete nupcial).
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Las pruebas de la ausencia y búsqueda: Cantares incluye episodios donde la amada busca al amado que aparentemente se ha ido (3:1-4; 5:2-8). En 5:6 ella confiesa: "Abrí yo a mi amado, pero mi amado se había ido, había ya pasado; y tras su hablar salió mi alma; lo busqué, y no lo hallé". Estas escenas han sido aplicadas a las experiencias de los creyentes cuando sienten la ausencia de la sensible presencia de Cristo – tiempos de sequedad espiritual o prueba. Juan de la Cruz (místico, aunque católico) hablaba de la "noche oscura del alma" en similares términos poéticos.
Los puritanos como Owen interpretaban la pereza de la esposa en 5:2-6 (no querer levantarse a abrir inmediatamente) como la negligencia del creyente ante los llamados de comunión de Cristo, lo cual lleva a que Cristo oculte su presencia por un tiempo, generando dolor y ansia hasta que se reencuentran. Si bien esta es una aplicación devocional, tiene sustento bíblico: en el NT, a veces Dios "esconde su rostro" para disciplinar y luego restaurar (Heb. 12:5-11), y los creyentes experimentan altibajos en la cercanía percibida de Cristo. Cantares provee un lenguaje emotivo para esa dinámica de presencia/ausencia: "Lo hallé y no lo dejé" (3:4) representa el gozo del reencuentro que el cristiano experimenta en la oración cuando retorna la consolación divina.
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La hermosura de la esposa y su preparación: Gran parte de Cantares consiste en descripciones elaboradas de la belleza física de la esposa (cap. 4 y 7), así como del esposo (5:10-16). Alegóricamente, esto se entendió como la belleza espiritual. Cristo ve a su Iglesia hermosa porque es "justificada por su sangre, santificada por su Espíritu". Efesios 5:27 dice que Cristo se propuso "presentársela a sí mismo, gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga... sino santa y sin mancha". Justo las palabras sin mancha evocan Cantares 4:7: "Toda tú eres hermosa... no hay mancha en ti".
Wesley notó que expresiones en Cantares como esa "no podrían con decencia aplicarse a Salomón y su esposa egipcia", así que deben ser de Cristo a la Iglesia. La preparación nupcial de la Iglesia (linos finos, santidad) aparece en Apoc. 19:8. De manera tipológica, la preocupación de la Sulamita por su apariencia (1:6, se siente morena por el sol, cuidando viñas ajenas descuidó la suya) puede reflejar la condición del alma que reconoce su necesidad de ser embellecida por la gracia.
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El triunfo invencible del amor: Cantares 8:6-7 alcanza cumbre lírica diciendo que "el amor es fuerte como la muerte... las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos". Aplicado a Cristo, ¡qué verdad más gloriosa!: "¿Quién nos separará del amor de Cristo?" pregunta Pablo en Romanos 8:35, concluyendo que ni muerte ni vida, ni lo alto ni lo profundo pueden separarnos de Su amor. Cristo demostró que su amor es más fuerte que la muerte al resucitar y darnos vida eterna. Esta invencibilidad del amor divino está prefigurada en el lenguaje exaltado de Cantares. El teólogo puritano Samuel Rutherford escribía cartas espirituales donde citaba Cantares 8:7 para animar a creyentes perseguidos, recordando que las muchas aguas de aflicción no ahogarían el amor de Cristo hacia ellos.
Aplicaciones cristológicas, escatológicas y pastorales
Habiendo establecido el fundamento bíblico y teológico para la interpretación tipológica de Cantares, examinemos ahora las aplicaciones prácticas que se derivan de esta perspectiva. La tipología Cristo-Iglesia que hemos descrito no es un ejercicio académico abstracto, sino que tiene profundas implicaciones para la fe y la vida cristiana en al menos tres dimensiones: cristológica, escatológica y pastoral.
Aplicación Cristológica y devocional
El enfoque tipológico de Cantares nos ofrece un retrato poético de la persona de Cristo y de nuestra relación con Él:
La belleza y excelencia de Cristo
Cantares 5:10-16 contiene una extensa descripción del amado por parte de la esposa, concluyendo: "su paladar, dulcísimo... Todo él codiciable. Tal es mi amado, tal es mi amigo" (v. 16). Esta apreciación de la hermosura del amado ha sido aplicada cristológicamente para contemplar la excelencia de Cristo: su deidad, perfecciones morales, gloriosos atributos, etc.
El puritano John Flavel escribió que "hay diez mil excelencias en Jesucristo, que todos los ángeles del cielo y los santos de la tierra jamás podrían declarar". El predicador Charles Spurgeon frecuentemente usaba los elogios al amado en Cantares para invitar a la congregación a contemplar la belleza de Cristo. "Si tuviéramos más predicación sobre la persona de Cristo, habría más enamoramiento de Él", declaraba. Después de todo, ¿no es Cristo el "elegido entre diez mil" y "todo él deseable"?
Esta aplicación cristológica ayuda a los creyentes a enfocarse en el carácter y obra de Cristo, poniendo los ojos en Jesús (Heb. 12:2) como el objeto supremo de afecto. Los himnos y cánticos cristianos a lo largo de los siglos han tomado imágenes de Cantares para alabar la hermosura del Salvador.
La intimidad espiritual con Cristo
Cantares describe una intimidad y comunión profunda entre los amantes. Tipológicamente, esto ha servido para articular la comunión del creyente con Cristo: oración, adoración, meditación en la Palabra y experiencia interior del Espíritu.
Jonathan Edwards (1703-1758), el gran teólogo puritano, argumentaba que la seguridad de salvación más alta viene por el "testimonio inmediato del Espíritu" que nos hace sentir y saborear la dulzura de Cristo, como en Cantares 2:3: "Como el manzano entre los árboles silvestres, así es mi amado... Bajo la sombra del deseado me senté, y su fruto fue dulce a mi paladar". Edwards hablaba de "gustos y vislumbres de lo divino" que los cristianos experimentan al deleitarse en Cristo.
Similarmente, el evangelista D.L. Moody citaba a menudo Cantares 1:4 "Me llevó a la casa del banquete, y su bandera sobre mí fue amor", como imagen de cómo Cristo nos conduce a gozos espirituales protegidos bajo la bandera de su amor. Esta dimensión experiencial, lejos de ser mero sentimentalismo, se enraíza en la doctrina bíblica de la inhabitación del Espíritu y el disfrute consciente de la presencia de Cristo.
El ansia espiritual – "Estoy enferma de amor"
El deseo apasionado expresado en Cantares ha dado lenguaje a generaciones de creyentes para articular su anhelo por Dios. Cuando la esposa clama "Sostenedme con pasas, confortadme con manzanas, porque estoy enferma de amor" (2:5), muchos santos han visto aquí un reflejo de su propia hambre por la comunión más profunda con Dios.
Agustín, aunque precede a los reformadores, expresó famosamente en sus Confesiones: "Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti". Esta inquietud del alma y anhelo por la belleza de Dios es precisamente lo que Cantares ilustra poéticamente. El reformado Jonathan Edwards hablaba de los "afectos santos" y "pasiones espirituales" que caracterizan al cristiano genuino, utilizando las intensas expresiones de Cantares como modelo de afecto religioso santo.
El predicador escocés Robert Murray M'Cheyne escribió a un amigo: "Estudia mucho a Cristo... Contempla la gloria de Cristo y serás conformado a su imagen". Esta contemplación amorosa es el tema constante de Cantares. Lo que se contempla, se ama; y lo que se ama, se imita.
Aplicación escatológica y eclesiológica
La tipología de Cantares también tiene una clara dimensión de futuro (escatología) y de eclesiología (doctrina de la Iglesia), que muchos teólogos reformados han resaltado:
El anticipo de las Bodas del Cordero
Apocalipsis 19:7-9 describe las bodas del Cordero como el clímax de la historia redentora. En este sentido, Cantares proporciona un anticipo lírico de ese momento supremo en que Cristo y la Iglesia serán unidos definitivamente. La imagen de la esposa anhelante que espera la venida de su amado (Cnt. 8:14) refleja la actitud de la Iglesia que espera el retorno de Cristo con expectante preparación.
El teólogo reformado Geerhardus Vos señaló que la elevada poesía amorosa de Cantares refleja la "unión escatológica" que toda la creación anhela, pues al igual que el amado salomónico viene "saltando sobre los montes" (2:8), así Cristo vendrá repentinamente cuando los tiempos estén cumplidos. Las metáforas de primavera en Cantares 2:10-13 ("Levántate, oh amiga mía... Porque he aquí ha pasado el invierno... el tiempo de la canción ha venido") se han relacionado con el llamado final a los santos en la Segunda Venida.
La preparación de la Iglesia como Esposa
El tema de la esposa preparándose para la boda (visible en pasajes como el adorno con joyas en Cnt. 1:10-11) se corresponde teológicamente con la santificación de la Iglesia. De hecho, la reforma y purificación constante (semper reformanda) que la tradición protestante enfatiza está motivada por la idea de que la Iglesia, como esposa, debe aprestarse para recibir a su Esposo celestial.
Este aspecto eclesiológico tiene importantes implicaciones prácticas: la Iglesia no solo espera pasivamente, sino que se prepara activamente con santidad, adoración y misión. Como dice Apocalipsis 19:7-8, "Su esposa se ha preparado, y se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente". La misma preparación es descrita poéticamente en las adornadas descripciones de Cantares. La imagen de la esposa que se siente insegura sobre su apariencia (1:6) pero que es transformada por el amor del amado refleja la transformación de la Iglesia que pasa de pecadora a santa, de manchada a gloriosa.
La expectativa consumadora
Las imágenes de jardín en Cantares (especialmente cap. 4:12-5:1, donde el amado disfruta de su jardín) han sido comparadas con la visión paradisíaca de Apocalipsis 21-22. Así como el jardín del Edén fue escenario de la primera unión marital (Adán y Eva), y el jardín del Cantar es escenario de las delicias nupciales, así el Nuevo Edén (la Nueva Creación) será escenario del pleno gozo eterno entre Cristo y Su Iglesia redimida.
Por tanto, Cantares anticipa y prefigura el destino final de los redimidos: una comunión eterna con Dios, sin interrupciones ni separaciones. Las frases de Cantares 7:10 "Yo soy de mi amado, y conmigo tiene su contentamiento" y 2:16 "Mi amado es mío, y yo suya" apuntan al destino final: la mutua posesión y pertenencia, el disfrute recíproco entre Dios y Su pueblo por toda la eternidad.
El predicador puritano Thomas Boston escribió que "la tierra es como la antecámara del cielo, donde los creyentes aguardan hasta que el Esposo venga y los lleve a la cámara nupcial, donde ya no habrá más separación". Esta esperanza escatológica es el horizonte que colorea la lectura tipológica cristiana de Cantares.
Aplicación pastoral y ética
Finalmente, la interpretación tipológica de Cantares (a diferencia de la puramente alegórica) no desprecia el sentido literal sobre el amor conyugal humano, sino que lo dignifica al vincularlo con el amor divino. Esto tiene importantes aplicaciones pastorales y éticas:
El matrimonio cristiano como reflejo
Consistente con Efesios 5:22-33, Cantares ennoblece el matrimonio humano mostrándolo como analogía del amor de Cristo. En la tradición protestante, la Reforma elevó el matrimonio de su estatus inferior medieval (donde el celibato era visto como superior) a un estado de dignidad. Lutero, Calvino y los puritanos enfatizaron la santidad del matrimonio y la intimidad conyugal, y Cantares apoya esta visión.
En los sermones y consejerías reformadas sobre el matrimonio, se cita a menudo Cantares para ilustrar: (1) la exclusividad – "Mi amado es mío y yo soy suya" (2:16, 6:3); (2) la atracción mutua y admiración – "¡Qué hermosa eres, amada mía!" (1:15, 4:1); (3) la intimidad física como bendición, no como pecado o tabú; y (4) la superación de obstáculos que amenazan la relación (las "zorras pequeñas" de 2:15 que echan a perder las viñas en flor, interpretadas como factores que deterioran el matrimonio).
El pastor Richard Baxter (1615-1691), en sus libros sobre vida familiar cristiana, usó Cantares como ilustración de cómo un matrimonio centrado en Cristo debe caracterizarse por admiración, fidelidad, paciencia y crecimiento constante en afecto. El amor de los esposos terrenales, cuando es puro, refleja (aunque imperfectamente) el amor del Esposo celestial.
La sexualidad santificada
La tradición reformada, aunque nunca fue licenciosa, resistió tempranamente el ascetismo medieval que veía el placer sexual (aun dentro del matrimonio) como algo sospechoso. Citando 1 Corintios 7 y Hebreos 13:4, los teólogos protestantes mantuvieron que la intimidad conyugal era "honrosa" y "sin mancilla". Cantares, con su franco erotismo santificado, proporcionó un fundamento más para valorar la sexualidad dentro del pacto matrimonial.
John Calvin veía en Cantares una prueba de que Dios no había creado el placer matrimonial para que los humanos se avergonzaran de él, sino para disfrutarlo con gratitud y auto-control. La recuperación del sentido literal (aunque complementado con el tipológico) permite abordar temas como la pasión, el placer y la atracción sin falso pudor, pero dentro de los parámetros bíblicos.
De hecho, los pasajes del Cantar que hablan con admiración del cuerpo (4:1-7, 5:10-16, 7:1-9) afirman implícitamente la bondad de la corporalidad humana, contra todo dualismo gnóstico. A la vez, la mutua entrega exclusiva ("huerto cerrado", 4:12) contradice la promiscuidad y el libertinaje sexual. El matrimonio es modelo del amor con Cristo, no un fin en sí mismo, por lo que requiere santidad, fidelidad y pureza.
El cultivo del afecto espiritual
En el ámbito más personal y devocional, Cantares ha inspirado a muchos a cultivar "afectos espirituales" auténticos. Contra formalismos religiosos huecos y ortodoxias frías, la tradición protestante (especialmente la pietista y puritana) rescató la importancia de amar a Dios con todo el corazón (no solo intelectualmente).
Jonathan Edwards, en su tratado sobre "Afectos Religiosos" (1746), argumentó ampliamente contra una religión puramente intelectual o ritualista: "El afecto santo por las cosas divinas es la esencia misma de la religión". John Owen enfatizó similarmente la "comunión con Dios" que implica emociones genuinas: gozo, gratitud, anhelo, temor reverente. Estas posiciones están en deuda con el lenguaje afectivo de Cantares.
Los himnos y salmos tradicionales protestantes a menudo tomaban prestadas imágenes de Cantares: "Que los besos de su boca inunden mi alma de consolación" o "Él me ha llevado a la sala del banquete, y su bandera sobre mí es amor" eran líneas comunes, mostrando cómo la adoración cristiana puede expresarse en términos de amor interpersonal.
En resumen, una interpretación tipológica –atenta tanto al nivel literal humano como al nivel superior divino del texto– ofrece ricas aplicaciones en tres dimensiones: (1) cristológicamente ilumina la belleza de Cristo y la comunión íntima con Él; (2) escatológicamente anticipa las Bodas del Cordero y la preparación de la Iglesia; y (3) pastoralmente dignifica el matrimonio, santifica la sexualidad y promueve un cristianismo de afecto genuino, no solo de doctrina fría.
Conclusión
Al término de este estudio tipológico de Cantar de los Cantares desde la perspectiva protestante, metodista y reformada, podemos extraer varias conclusiones:
En primer lugar, hemos establecido que la tradición protestante, aunque inicialmente siguió la alegoría cristocéntrica tradicional, ha evolucionado hacia una interpretación tipológica más equilibrada que respeta tanto el sentido literal (amor matrimonial) como su prefiguración del amor entre Cristo y la Iglesia. Esta postura, que encuentra su mejor expresión en comentaristas como Delitzsch en el siglo XIX y numerosos teólogos reformados contemporáneos, se fundamenta sólidamente en textos bíblicos clave como Efesios 5:32 y Apocalipsis 19:7-9, 21:2.
En segundo lugar, hemos argumentado que la tipología, a diferencia de una alegoría arbitraria, está controlada por las analogías establecidas por la propia Escritura: la metáfora esponsal de la relación de Dios con su pueblo aparece consistentemente desde los profetas del AT hasta el Apocalipsis. Cantar de los Cantares ocupa un lugar especial en esta progresión revelacional porque dedica un libro entero a la poética relación nupcial que en otros lugares se menciona más brevemente.
En tercer lugar, la aplicación de esta perspectiva tipológica resulta extremadamente fructífera para el culto, la vida devocional y la pastoral cristiana. La tradición protestante ha utilizado Cantares para señalar a Cristo como el Amado supremo, para anticipar la unión escatológica final de las Bodas del Cordero, y para enriquecer la comprensión del matrimonio y la sexualidad humana como reflejo del amor divino.
Las implicaciones son significativas. La interpretación tipológica permite a los cristianos:
- Leer Cantares cristocéntricamente sin caer en alegorías forzadas o descontextualizadas
- Apreciar el valor intrínseco del amor conyugal sin reducir el libro a un manual sobre sexualidad
- Encontrar en este poema bíblico un lenguaje rico para expresar el amor a Cristo
- Ver en la relación matrimonial humana un reflejo del misterio más grande del amor de Dios
- Anticipar con esperanza la consumación escatológica del amor redentor
Hemos visto cómo múltiples tradiciones protestantes (incluyendo la metodista y reformada) han hecho uso de esta hermenéutica. Desde Juan Calvino, quien aparentemente reconocía el valor del sentido literal conyugal pero lo colocaba en el contexto teológico más amplio del amor de Dios, hasta predicadores como Charles Spurgeon, quien utilizó los pasajes más románticos de Cantares para avivar el amor por Cristo, existe una línea continuada que ve en este libro más que solo un poema de boda antiguo, pero también rechaza desconectarlo completamente de su sentido histórico original.
La tipología ofrece el camino exegético más equilibrado, permitiendo honrar a Dios como autor tanto del amor conyugal humano como del amor redentor. Ambos son dones divinos, y están misteriosamente entrelazados, como Pablo nos recuerda en Efesios 5:32: "Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia".
Mientras más estudios académicos continúan explorando Cantares desde perspectivas literarias, históricas y teológicas, los intérpretes protestantes harían bien en mantener este enfoque cristocéntrico tipológico, viendo en la Esposa y el Esposo los contornos sombreados de Cristo y Su pueblo, por quien Él dio su vida. "Ponme como un sello sobre tu corazón... porque fuerte es como la muerte el amor" (Cnt. 8:6) expresa tanto la realidad del amor humano como la mayor realidad del amor divino que conquista la muerte misma.
Finalmente, como ha mostrado este estudio, Cantar de los Cantares, interpretado tipológicamente, sigue siendo no solo una joya literaria, sino una fuente inagotable de meditación espiritual y aplicación práctica, capaz de enriquecer tanto la teología como la vida del creyente, recordándonos que el fin último de nuestra existencia es conocer y amar a Dios en Cristo, y ser conocidos y amados por Él eternamente.
Referencias
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