DOCTRINA DE SALVACIÓN
Estudio profundo de la salvación: elección, llamamiento, regeneración, justificación, adopción, santificación y glorificación.
La elección divina es el fundamento de toda salvación. Dios no elige basado en méritos humanos previos o fe prevista, sino según el puro afecto de su voluntad (Efesios 1:5).
El llamamiento eficaz es la aplicación histórica del decreto eterno. Cuando Dios llama, no puede ser resistido finalmente, pues "¿quién resistirá a su voluntad?" (Romanos 9:19).
La regeneración precede lógicamente a la fe. El corazón natural está "muerto en delitos y pecados" (Efesios 2:1) y no puede generar fe verdadera.
Regeneración → Fe → Justificación. Dios da vida primero, luego el alma responde en fe.
Fe → Regeneración. El hombre responde en fe, luego Dios regenera basado en esa respuesta.
La evidencia bíblica favorece la prioridad lógica de la regeneración: "el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios" (Juan 3:3).
La justificación es un acto legal, no un proceso moral. Dios declara justo al impío (Romanos 4:5) basado en la imputación doble: nuestros pecados a Cristo, su justicia a nosotros.
Esta doctrina fue el corazón de la Reforma. "Sola fide" no significa fe sin obras, sino justificación por fe sin obras como base legal.
A diferencia de la justificación, la santificación es progresiva. El creyente está siendo transformado "de gloria en gloria" (2 Corintios 3:18).
La santificación involucra tanto la obra de Dios (Filipenses 2:13) como la cooperación humana (Filipenses 2:12). Es monergística en iniciación pero sinergística en progresión.
La soteriología no es una colección de doctrinas aisladas, sino una sinfonía magistral donde cada nota contribuye a la gloria de la gracia divina. Desde los decretos eternos hasta la glorificación final, vemos la mano soberana de Dios orquestando la salvación completa de su pueblo.
En esta sinfonía, la elección es el tema principal, la regeneración es el primer movimiento donde el alma muerta cobra vida, la justificación es el clímax donde se declara el veredicto divino, y la glorificación es el gran finale donde toda disonancia del pecado se resuelve en perfecta armonía.
Para el estudiante de la Palabra, entender estas doctrinas no es un ejercicio académico sino una adoración intelectual. Cada verdad descubierta debe llevarnos a exclamar con Pablo: "¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios!" (Romanos 11:33).